"Que la casta aurora matice el instante
En que vengo a saludarlos
Al par de la lira que late constante
En placidos intervalos
Ya me voy a retirar
Disculpen mi narración
Allá en Jojutla me encuentran
Oásis de mi región."
Fragmento del corrido “Saludo a la reunión” de Jesús Castro Andriano.
Un elemento fundamental de la cultura tradicional de los pueblos de Morelos es el llamado corrido suriano. Éste se extendió por toda el área conocida como “el sur” (el sur del Distrito Federal, la zona norte de Guerrero, el sur de Puebla, una amplia región del Estado de México y por supuesto Morelos), incluso los habitantes de esta zona se definían como surianos.
Según el musicólogo, investigador y trovador Jesús Peredo:
El corrido tradicional suriano es un producto cultural mestizo con influencias de todas las culturas que han habitado esta región. Observamos que la filosofía y literatura nahua convive con la greco-latina occidental, de igual forma sucede con el sistema tonal de la
música europea ya que fue adoptada por la cultura indígena imprimiéndole su sello. Lo mismos sucedió con la influencia de otras culturas como la africana, es por estos influjos, que la canción suriana es un conglomerado de géneros pero que nos llega como un todo denominado simplemente corrido.
Para obtener una definición más clara sobre el corrido suriano cabe hacer una comparación con un género muy conocido en México. Luego entonces, la diferencia entre el corrido norteño y el corrido suriano se encuentra en que en el primero predomina el virtuosismo instrumental y generalmente se baila. En cambio, en el segundo lo más relevante es su complejidad literaria; el corrido suriano es solo para escucharlo con atención.
Debido a la complejidad de sus versos y al tratamiento poético de su temática, el corrido suriano es considerado como uno de los más eruditos de América Latina.
La particularidad de los trovadores era su conocimiento literario: no se conformaban con hacer sus poesías bien rimadas, sino que hacían estructuras muy complejas. Surge la pregunta: ¿Cómo un campesino que a duras penas terminó la primaria podía escribir con tan semejante conocimiento y exactitud letras que en su complejidad plasman metáforas con personajes y dioses de la cultura griega que antecedió hace miles de años? Los trovadores morelenses, al leer mucho, se informaban por medio de publicaciones de lo que ocurría en el país y en el mundo, de igual forma en esa época las iglesias se habían convertido en centros culturales que contenían un amplio repertorio de documentación.
Ya en la lucha revolucionaria el corrido tuvo un papel relevante como un vehículo de información verídica entre los pueblos. Este género nació de la resistencia, del ideal colectivo, del movimiento de todos. Fue un instrumento de lucha, perseguido en los años posteriores por su naturaleza de unidad local y concreta en oposición al proyecto de nación. A continuación un ejemplo de corrido zapatista posterior a su muerte:
Los que murieron, murieron y los que viven aún son
Los que disfrutan los puestos, sillas de gobernación
…
Hoy todos quieren el mando, tener un puesto de honor
Pero entonces digan cuando demostraron su valor
…
Fragmento del corrido “Recuerdo al General Zapata” de Elías Dominguez.
Otro elemento que cabe mencionarse para comprender la casi desaparición del corrido suriano es que a partir de 1920 los corridos, en su género zapatista o revolucionario, fueron considerados por los gobiernos como subversivos.
Lamentablemente, con la guerra y el consecuente exterminio, Morelos se despobló y hubo que re habitarlo con personas procedentes de otros estados. Estas circunstancias unidas a la aparición de los medios masivos de comunicación, como son la radio y la televisión, dañaron por completo la continuidad de la tradición del corrido suriano en el estado de Morelos.
Los hijos de los ya ancianos corridistas no aceptaron en su vida el corrido como parte de la cultura, bombardeados por una estética comercial.
Desde entonces los corridos seguían latentes en los ancianos que se reunían en fechas especiales para cantar juntos a la sombra de una humilde casa de pueblos alejados en Morelos. Se pasaban el día entero compartiendo sus canciones porque como ellos decían “cantando ni el hambre, ni el tiempo se sienten”. Estos corridistas con una edad de 70 años para arriba, imploraban con su voz débil y ronca que no dejaran morir esta música ya que ellos partirán pronto sin que quede un registro prudente.
En el párrafo anterior cambié el tiempo verbal a un pretérito imperfecto debido a que el último corridista quien organizaba las mágicas reuniones que menciono falleció el día 25 de diciembre del 2013 y con él se fue una gran parte de la cultura de Morelos, su nombre Francisco “Chico” Gutiérrez, a quien rindo homenaje en este pequeño escrito.
Actualmente Morelos vive un proceso de reestructuración de su cultura. Hay personas entusiastas que aprenden esta música, que además se encargan de recabar y difundir el legado de más de 100 años que aún existe en la tradición oral de los campesinos de esta región. Pero como ya lo he mencionado, con la lamentable muerte de cada corridista se pierde un porcentaje importante y alarmante del corrido suriano. ¿Por qué digo esto? Actualmente viven solo 8 personas que aprendieron la tradición tal y como se cantaba de sus padres, dichas personas superan los 70 años. De esas 8 personas solo 6 siguen cantando, los cuales son: Delfino Maldonado, Virginio e Ignacio Sánchez, Malaquías Flores, Nacho Vargas y Carlos Santamaría. Después de ellos la cadena se rompió ya que las siguientes generaciones no quisieron aprender la tradición.
Para poner la cereza del pastel, 9 de cada 10 morelenses no saben qué es el corrido suriano, pensando que lo más cercano a música surgida en el estado de Morelos fue la banda de Tlayacapan.
Hace falta interés y apoyo por parte de las autoridades en proyectos culturales que busquen rescatar o siquiera dejar una muestra de la gran riqueza cultural que hay en el estado con el corrido suriano. Me atrevo a decir que de toda la música que aún queda de este género, solo el 20% ha sido grabada y documentada.
Es deber de la juventud el rescatar esta tradición, el informarse de su propia cultura, el no menospreciar a los ancianos por cantar con voces débiles, el saber escuchar y no dejar que muera el corrido suriano. Es cierto que en estos tiempos estamos inundados de música comercial, yo mismo escucho música contemporánea pero solo a nosotros nos queda la enorme responsabilidad. Los pocos corridistas que aún viven pierden cada vez más la esperanza de que su canto encuentre el eco necesario para quedar en la posteridad.
Decía un músico de Jiutepec, Morelos: “es que a la gente no le gusta lo fino, le gusta lo vulgar y hay que adaptarse”. Esa vulgaridad estética es impulsada por los empresario de los medios de comunicación para mantener sometido al pueblo.
Lo cual me recuerda cierto refrán:
Es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción. Samuel Johnson, escritor inglés.
Así pues, el corrido suriano continúa vigente, es parte de la memoria de un pueblo que poco a poco ha ido reconstruyendo su identidad, armando el rompecabezas de su historia, con la ayuda de pequeñas acciones, como proyectos culturales, encuentros de corridistas, grabaciones de campo, proyectos de investigación y la propia tradición oral. Que contrarrestan las acometidas de la modernidad y las nuevas formas de percibir la cultura. Dadas estas condiciones, es un reto para los creadores, intérpretes e investigadores proponer vías que desde su campo de acción fortalezcan al corrido suriano para que retome su papel como una de las tradiciones musicales más importantes del país. Sin dejar atrás el fundamental papel del pueblo para lograr este objetivo.
Ya mi eco se está acabando
Ya no lo oigo que resuene
Ya lo oigo muy apagado
Porque ya voy caminando
Como el rayo cuando truena
Para quedar sepultado
…
Pronto llegará el relevo
De mí cuando yo me acabe
Ese día ya ha de llegar
Porque comprendo que tengo
a otro que entregar las llaves
Ese día ya ha de llegar
…
Fragmento del corrido “Ya voy a entregar las llaves”.
Ensayo escrito por Daniel Hernandez Montes.