El corrido aparece en Morelos a mediados del siglo XIX, quizás como heredero mestizo de la décima española y de los cantares aztecas. Los campesinos de la región llaman a su trova “corrido” a pesar de ser diferente del corrido norteño y del romance castellano que, según Vicente T. Mendoza, debería ser el ancestro de todos los corridos mexicanos.
Cuando el romance de ciego 1 de la España del siglo XVIII es adoptado y adaptado en los territorios de la Nueva España, adquiere características regionales peculiares en función del público que se lo apropia. No debemos olvidar que los territorios novohispanos tenían una extensión comparable a la del continente europeo y no estaban bien integrados ni comunicados internamente, lo que implicó una gran variedad regional y cultural.
Por eso el corrido adquiere rasgos propios según su territorio de anclaje, es decir, de recepción, donde atraviesa por transformaciones sucesivas que desembocan en un mestizaje cultural más o menos acentuado. Por lo tanto podemos definir a grandes rasgos tres tipos de corridos que de alguna manera se emparentan con el romance de ciego: los corridos surianos, los norteños y los de las imprentas populares u hojas volantes.
El corrido suriano
En nuestro caso, la trova narrativa que es adoptada por las poblaciones mestizas de la región central de México se impregna de algunas características propias de la cultura náhuatl que la cobija. A mi modo de ver así se explican algunos de sus rasgos formales como, por ejemplo, la prevalencia del ritmo sobre la rima, de los efectos sonoros sobre el sentido de la letra e, incluso, de la eufonía sobre la métrica, como ocurre cuando se emplean secuencias enteras de palabras esdrújulas. En estos casos diríase que prevalecen las huellas de la oralidad sobre la escritura, tal como le estudiaremos más adelante. La matriz cultural indígena marcó también el contenido de los corridos surianos: cuando se evoca la memoria de un pronunciado (llamado bandido por el gobierno en turno), el corrido enfatiza la causa social y el vínculo del héroe con su comunidad de origen, más que sus características individuales. Por ejemplo,los corridos escritos durante la revolución mencionan al Jefe Zapata y enumeran los otros generales de la región. Sólo una vez muerto Zapata, se escriben desde la ciudad corridos octosilábicos que lo elogian individualmente. Tampoco hay corridos de contrabando ni de caballos ya que el indio, antes de la Independencia, no tenía derecho al caballo. La figura del caballo no entró en el imaginario social morelense aún cuando se habían vuelto hábiles jinetes durante el siglo XIX.
Otro rasgo distintivo del corrido suriano es la manera en que trata a la mujer infiel, no hay balazos sino el ostracismo social: se balconea a la infiel cantando su infidelidad y provocando una“muerte social” que puede resultar más dolorosa que la muerte real.
El corrido norteño
Cuando el romance de ciego español acompaña la colonización del norte, donde la población convive con muchas culturas de origen distinto, el corrido norteño se apega y conserva su carácter hispano porque el español se vuelve la lengua franca que permite la socialización, la comunicación y el intercambio entre los diversos pueblos. Y por cierto conserva sus características hispanas por una necesidad funcional más que por una pureza étnica que los colonos de las clases populares no podían mantener.La dura realidad de la colonización a punta de machete o de escopeta suscitó y reforzó acciones y actitudes de valentía. Surgen de este modo ciertos temas característicos del corrido norteño como la figura del valiente, la preeminencia del caballo como mejor aliado del hombre, la astucia de los héroes populares por encima de la legalidad (contrabando) y el bandolerismo social en contra de un gobierno percibido como ingrato hacia sus hijos norteños. Estas temáticas se hallaban ya muy presentes en la tradición popular europea y distinguen al corrido norteño de suprimo suriano.
Las hojas volantes
Finalmente, en la capital del país, la musicalidad propia de la tradición oral tiende a desvanecerse ante los requerimientos de la letra impresa. Las imprentas populares publican corridos en hojas volantes que son los más parecidos a los romances de ciego por el uso hiperbólico de la “nota roja”, es decir, del escándalo. Estos corridos se distribuyen por todo el país gracias a los arrieros, y como no llevan música propia su métrica (octosílabos) se estandariza de tal suerte que cada “publicista”(cantante callejero que vende las hojas volantes) pueda adaptarle la música de su repertorio que le parezca más apropiada.
Texto de: HÉAU Catherine
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